Miré y vi que no había nada

agosto 6, 2008

En ocasiones, en muchas diría yo, las palabras no son suficientes. No, para expresar lo mucho que amamos u odiamos; menos aún, para dar con aquellas para explicar lo que sentimos cuando no sentimos nada: el vacío.

Hace unos días estuve muy cerca, durante uno de esos instantes eternos que convierten los segundos en horas, de esa oquedad de lo que te deja impasible. Una panorámica sobre un agujero sin fondo.

Y me dejé los ojos pero, en realidad, a cinco metros de mí andaba el vacío mismo, la nada. Será que me he quedado ciega. O yo o ellos.