Historias de la indecencia humana

julio 21, 2008

Una de estas dos fotografías -aquí se puede ver una y aquí la otra– desata estos días la indignación entre la población italiana. En ella, se puede ver a una pareja de bañistas que toma el sol –impasible, al parecer- ante el drama de la muerte justo, justo, a su lado. La imagen está tomada en la playa napolitana de Torregaveta, según informa elmundo.es

La otra es de hace ya ocho años, la tomó Javier Bauluz, Pulitzer (1995) y Godó (2001) de fotoperiodismo, en Tarifa (Cádiz). También fue fuente de polémica en su día.

Mientras en la primera, los cuerpos sin vida pertenecen a dos adolescentes gitanas, en la segunda el fallecido es un inmigrante.

Violetta y Cristina, de 14 y 16 años, murieron al adentrarse en el mar. No sabían nadar y su atrevimiento tuvo el viernes pasado consecuencias nefastas. El  hombre fotografiado por Bauluz trataba, como tantos otros subsaharianos en aquel verano del 2000, de alcanzar la costa española en busca de una vida mejor.

Más allá de esas diferencias, las dos imágenes cuentan una misma historia: la de la indiferencia, la de la ‘anestesia’ social ante grandes dramas humanos.

Como en el caso de la de Javier Bauluz, posiblemente habrá voces que quieran ahora quitar ‘hierro’ a la historia con la que no sacude la imagen. Lo harán, probablemente, amparándose en el enfoque que buscó el objetivo del reportero, por ejemplo; o, tal vez, aludiendo a los otros tantos bañistas que sí se preocuparon por el hecho.

Pero, seamos serios: ¿Acaso es normal quedarse ahí, sentado, bajo una sombrilla, mientras en la arena yace el cadáver de alguien? ¿O es que no era nadie? Y sobre todo, ¿no es moral y civilmente denunciable? Aunque sólo sean dos, dos en una playa con centenares de turistas, merecería la pena que hoy sufrieran la vergüenza de saber que esos, los de la foto, son ellos.

Por cierto, la primera es la fotografía de ANSA que hoy conmociona a Italia y medio mundo; la segunda, la de Javier Bauluz publicada el 1 de octubre en el ‘Magazine’ de ‘La Vanguardia’ y después en la portada de ‘The New York Times’, y distinguida con el Premio Godó de Fotoperiodismo.