Personalidad múltiple

julio 19, 2008

¿Alguna vez  os habéis sentido distintos? No quiero decir distintos de todos o de alguno, si no de uno mismo. Yo sí. Suele ocurrir a menudo. De repente, me veo en el trabajo, en una conversación con un compañero en clase de inglés, en la tienda bajo mi casa… y me veo distinta, diferente al concepto que uno tiene de sí mismo.

 

Resulta complejo de explicar y de confesar. Y es que, aunque uno trate de ser auténtico -siempre igual, siempre él mismo-, eso es imposible. No se trata de artificio, de simulación consciente; sólo ocurre. Te das cuenta por un breve instante y te dices: “Éste no es el mismo de hace quince minutos, el de casa”.

 

No es que te traiciones. Nada de eso. Simple y llanamente asumes diferentes roles y casi sin darte cuenta los ves reflejados en los que te rodean, espejos en forma de amigos, la tendera de tu barrio o tu jefe.

 

No es que hoy me haya levantado con espíritu metafísico, si no que acabo de terminar ‘El lobo estepario’ (Herman Hesse), libro que me había esperado –lo admito- largo tiempo en una estantería. Un extracto: “Bajo risas y pequeñas caricias graciosas, me hizo girar de manera que el enorme espejo de pared quedara enfrente de mi. Allí me vi. Por un brevísimo instante vi al Harry conocido, sólo que con una cara inusualmente alegre, clara, risueña. Pero ni bien lo reconocí, se desdobló en una segunda figura, una tercera, una décima, una veinteava y todo el inmenso espejo se pobló de Harrys o pedazos de Harrys, Harrys incontables a los que sólo pude ver y reconocer por momentos fugaces».

 

Por los auténticos de personalidad múltiple.